Abstract
Desde hace siglos se ha creído que la experiencia humana ante el mundo natural está atravesada de significados y sentido. En efecto, el sentido mismo se origina en la separación de un ser (sensible) frente a una presencia (natural y externa) que lo estimula. Un poco más allá de esta experiencia originaria y semióticamente fundadora de todo sentido; entre los sentidos otorgados a la experiencia del mundo natural, está el significado estético que se le atribuye a la experiencia y contemplación de la naturaleza.